martes, 18 de octubre de 2011

cuento presentado en cuba, seleccionado dentro de los cinco mejores, gracias CarlosOrdenes picheiras!maestro!








X CAFÉ CON LITERATOS
Tema: "Cuento tradicional"
14 Octubre 2011


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RAQUEL
Nancy del Carmen Martello
Buenos Aires (Argentina)
Raquel se había casado con Juan, cuando tenía sólo 14 años. Él era bastante mayor, rústico y de mal carácter... Era un ser despreciable.

Vida dura desde un principio, lavar, cocinar, darle de comer a los animales, amasar pan... parir hijos sin la ayuda de nadie...

Juan era bebedor: vino tinto, sangre de la tierra la llamaba él. Sangre de mi alma la llamaba ella… Cada borrachera le significaba una paliza, ojos hinchados, labios morados, dolor...

Raquel guardaba de su escasa niñez unos libros de poesía, heredados de su abuela. Cuando todos dormían en la casa, ella a la luz de un candil, leía.

Al pasar los años Juan se puso peor, ya no respetaba ni a sus dos hijos varones, hasta que estos, adolescentes ya, al fin, se fueron de madrugada cuando el sol ensangrentado nace e ilumina el horizonte en el campo...

Sólo Raquel vio dos figuras de caballos que se perdían a lo lejos...

Era todo lo que la ataba a aquella vida...

Esa noche Juan vino más agresivo que nunca, los golpes retumbaban en su cabeza, la sangre no la dejaba ver, las patadas en el suelo ya ni siquiera le dolían de tanto doler...

El hombre tomó sus libros de poesías y se los rompió, con un sólo ojo ensangrentado pudo ver como caían una a una las hojas amarillentas llenas de sueños y música...

Y al caer se teñían de rojo.

Como pudo, se levantó, justo cuando Juan se había tirado en la cama a dormir su borrachera.

Antes de amanecer, recogió lo que pudo de su ropa, y echó a andar...

Tenía sólo unas monedas, que le alcanzarían para el pasaje del tren. Sacó el boleto que simbolizaba su libertad, lo miró con los ojos entrecerrados. Allí estaba parada en el andén, la maleta en el piso, sus pies clavados, pero se sentía con sus alas desplegadas, pronto podría reír, caminar cara al sol, leer, escribir...

El tren llegó a horario, allí estaba, un paso nada más un paso, Pero no pudo, algo la tomo por los hombros, un viento negro, un frío congelado.

Quedo allí, como una estatua de sal que miró al pasado. Allí estuvo un rato largo, hasta sentir la voz de Juan de lejos, diciendo algo que no alcanzó a entender. De pronto el cielo se abrió, el sol cubrió el andén.

Sus alas se desplegaron, el viento traía el sonido de otro tren que llegaba a la estación, esta vez sí caminó, un paso, dos, tres… y todo se convirtió en luz...

Todos hicieron silencio ante el cuerpo tirado en el asfalto, solitario. Juan lloraba...

Un pájaro con el pecho rojo, voló de golpe, nadie lo podría detener nunca más…







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